🌱 El futuro de la naviera: Combustibles verdes transformarán la logística tras 2030
🔹 Una industria en transformación obligada
El transporte marítimo emite alrededor del 3 % de las emisiones globales de CO₂. Bajo la presión de la Organización Marítima Internacional (OMI) y bloques económicos como la Unión Europea, las principales navieras del mundo están acelerando la transición hacia combustibles alternativos.
Ejecutivos del sector coinciden en que el verdadero cambio se dará a partir de 2030, cuando las regulaciones internacionales entren en vigor con más fuerza y los costos de la tecnología comiencen a descender.
📦 Avances tecnológicos y pruebas piloto
Buques dual-fuel: navieras como Maersk y MOL ya operan embarcaciones capaces de usar metanol o LNG además de fuelóleo.
Metanol verde: ensayos en rutas trasatlánticas muestran que puede reducir las emisiones de CO₂ hasta en un 95 %, aunque hoy cuesta 30–40 % más que el combustible convencional.
Propulsión eólica asistida: velas rígidas y rotores Flettner permiten disminuir el consumo de combustible en hasta un 20 %.
Hidrógeno y amoníaco: aún en fase experimental, se perfilan como soluciones a largo plazo.
🌍 Implicaciones globales
El viraje hacia combustibles limpios tendrá consecuencias significativas:
Incremento temporal en costos de flete: entre un 15 y 25 % durante la transición tecnológica.
Mayor presión regulatoria: la UE ya incluyó al transporte marítimo en su sistema ETS (Emissions Trading System), obligando a pagar derechos de emisión.
Competitividad diferenciada: compañías que adopten más rápido estas tecnologías podrían obtener contratos preferenciales con grandes cargadores que buscan reducir su huella de carbono.
📊 Perspectivas a futuro
Se espera que para 2035, una parte significativa de la flota mundial opere con combustibles alternativos. Esto implicará un cambio profundo en la estructura de costos, en la planificación logística de empresas globales y en los criterios de sostenibilidad exigidos por los mercados.
La transición energética no será solo un reto para las navieras, sino un punto de inflexión para el comercio internacional, que deberá equilibrar competitividad con responsabilidad ambiental.